ADVERTENCIA: Este texto es de tipo Girls Love (yuri), así que si te desagrada este género te recomiendo que no sigas leyendo.
Protagonistas:
Kim: Es una estudiante del instituto Sweet Amoris. Tiene un carácter fuerte, un peculiar estilo de vestir y le gustan los deportes de motor. Al ser ella muy alta, ve siempre a sus compañeros más pequeños que ella, a pesar de tener la misma edad.
Violetta: Es una estudiante del instituto Sweet Amoris. Se caracteriza por ser muy tímida y callada. Sin embargo, está encantada de ayudar cuando alguien lo necesita. Se le da muy bien el dibujo y también tiene conocimientos de costura.
Antagonistas:
Ámber (centro), Charlotte (derecha) y Li (izquierda): Son estudiantes del instituto Sweet Amoris. Ámber, la cabecilla del trío, es una joven malcriada y mimada, dotada de una malvada e infantil personalidad. Se divierte fastidiando a los demás para su propio beneficio, junto a sus amigas Charlotte y Li.
Directora: De entrada es una persona amable, pero posee un fuerte carácter y tiende a ser bastante exigente con los alumnos.
*Tanto los dibujos de los personajes como sus distintas personalidades son obra original de ChinoMiko, creadora de Amour Sucré (Corazón de Melón).
Bien, dicho esto...¡a leer!^^
Kim
esperaba a Violetta en el patio a primera hora de la mañana. De pie, dando
vueltas y vueltas para mantenerse en movimiento, ansiaba la llegada de su
amiga.
Amiga.
Esa
palabra resonaba en su cabeza como un gigantesco gong. Llevaba tanto tiempo
escondiendo sus sentimientos verdaderos que se cuestionaba si sería capaz de
expresarlos con claridad. Sin embargo, sabía con certeza que era un deber
hacerlo. Sentía que no podría sobrevivir un día más sin articular palabra
acerca del tema. Fuera cual fuera el resultado, el día había llegado.
Y
allí apareció, con un andar pausado y sujetando su cuaderno de dibujo. Kim
contempló su tímido rostro, admiró sus cabellos violetas que brillaban a la luz
del sol y quedó maravillada con esa media sonrisa que le regaló.
-Buenos
días, Kim.-Pronunció en un susurro casi inaudible.
-Hola
pequeña.- Respondió animadamente la joven de piel oscura. Así, muy bien. Sé tú misma como siempre haces y todo irá bien se
dijo para sus adentros.
Violetta
dejó el bloc de dibujo en el suelo, apoyándolo cuidadosamente en su pierna.
Acto seguido, cerró su mano derecha convirtiéndola en un puño.
-¿Qué
ocurre?- Se interesó Kim creyendo que ella sospechaba algo, lo cual hizo que la
adrenalina le empezara a subir por el cuerpo.
-Tengo
algo para ti.
La
muchacha abrió el puño y dejó al descubierto un diminuto peluche. Era una moto
roja con las ruedas negras, y tenía una carita dibujada en la zona del
manillar.
-Lo
hice ayer por la tarde, pensé que te gustaría.- Dijo cabizbaja.-Puedes
utilizarlo de llavero si quieres…
Kim
la abrazó con todas sus fuerzas. La cubrió con sus brazos olvidándose por un
momento de que aún no le había contado nada de lo que sentía, pero en cierto
modo, lo estaba trasmitiendo con aquel gesto. Aquel regalo significó mucho más
de lo que Violetta creía, quien no hizo otra cosa que acomodarse en el torso de
la chica plácidamente. Y aunque ni ella misma se percató, sus mejillas
adquirieron un tono rosado.
-Gracias,
pequeña. Mola un montón.- Le susurró, resistiéndose a derramar una lágrima de
felicidad.
-Vaya
vaya, la primera escena romanticona del día…
Esa
chillona voz era inconfundible. Ámber acompañada de sus dos perritos falderos,
Charlotte y Li. Dispuesta a entrometerse en los asuntos de otros incluso a
horas inhumanas de la mañana.
Kim
apartó a Violetta con suavidad y se dirigió al trío, en especial a la capitana
de él.
-¿Y
a ti qué te narices te pasa?
-
Vaya, ¿aún no lo sabes?- Preguntó con tono vacilante.- La enana cobardica va
por ti desde hace siglos. Y por muy mosquita muerta que parezca, se le nota a
kilómetros. Entérate ya, chata.
El
rostro oscuro de la joven formó una mueca de rabia y enfado, que escondía el
nerviosismo que le había producido imaginar si esa afirmación era cierta. Se
acercó con decisión al grupo de chicas.
-Oye,
quítate.- Espetó Charlotte.
-¡Fus
fus, fuera bicho!- Dijo Li con retintín.
-A
callar las dos. Sobretodo tú, niñata.- Dijo refiriéndose a Ámber y señalándola
despectivamente.- No tienes ningún derecho a decir esas cosas sobre mi amiga,
porque tú no sabes nada, ¿lo pillas? ¡Nada!
-¿Tu
amiga? ¡Pero mírala, si te está cogiendo de la mano!- Exclamó ella estallando
en agudas risas.
Amiga.
Kim
volteó el cuello y se percató de que era cierto. Su mano estaba agarrando
fuertemente y de forma inconsciente la de Violetta, diminuta e insegura. Ella
trataba de mirarle a los ojos, pero le resultaba imposible. Tampoco la soltaba
ni, al parecer, quería hacerlo por nada del mundo.
-Pequeña…-
Musitó preocupada y emocionada al mismo tiempo. Apreció la suavidad de su piel
al sentir sus dedos moverse entre los suyos.
-Kim…yo…-
Susurró a modo de respuesta, tratando de decir algo que no salía de su boca por
más que lo intentara.
Ambas,
centradas en los sentimientos que estaban a punto de salir a la luz, se
olvidaron por completo de la presencia de Ámber y sus amiguitas. Un gran error.
-¡Ducha
a la vista!- Exclamó levantando un gran cubo azul, con un gesto tan veloz que
ni Kim ni Violetta advirtieron.
Una
cascada de agua helada cayó sobre ellas. Rompió fuertemente en sus rostros y
continuó el trayecto mojando el resto de sus cuerpos, dejándolas como si se
hubieran bañado en un lago perdido de los pirineos. Cuando Kim fue a contratacar
prácticamente por acto reflejo, se percató de algo más horrible que aquella
broma de mal gusto: la mano de Violetta resbaló de la suya, y la joven cayó al
suelo inconsciente en un brusco golpe. Se había desmayado.
-¡PEQUEÑA!-
Gritó Kim arrodillándose y apartando unos cuantos mechones violetas de su
frente, con la mirada repleta de terror por lo que le pudiera ocurrir. Acto
seguido, alzó la vista hacia Ámber. Ella había quedado totalmente estupefacta,
con los pies clavados en el suelo y el cubo ya vacío todavía colgando de su
mano. Se le pusieron los ojos como platos al ver que la chica se aproximaba a
ella con una furia que nunca había podido imaginar, pronunciando unas palabras
de venganza. -Tú…te vas a enterar…pedazo de…
-¡ALTO!
Las
cuatro se sobresaltaron al oír el grito de la directora. Con su moño canoso y
su traje rosa, colocó los brazos en jarras a modo de preparación para arreglar
aquel asunto.
-¿Pueden
explicarme qué ha ocurrido aquí?- Inquirió la mujer.
-Violetta
se ha desmayado.-Explicó Kim sin rodeos.-Por culpa de esas arpías.
Charlotte
y Li dieron un paso atrás tratando de marcharse, pero Ámber las empujó de nuevo
hacia delante. A la directora no le pasó por alto aquel gesto, al igual que el
cubo azul y el rostro pálido e inconsciente de Violetta.
-Esta
vez se han pasado de la raya, señoritas. Acaban de poner en grave peligro la
salud de una alumna.- Se colocó de rodillas para palpar la frente de la
pequeña. -Es cierto, se ha desmayado. Menos mal que usted, señorita Kim, sí se
encuentra bien.
-¡Pero
si yo no he hecho nada! Esa agua era para… ¡para regar las plantas del jardín!
Es que últimamente las he visto muy marchitas y claro, lo pensé…pero de camino
he tropezado con ellas y entonces… se me ha caído…¡sí, eso ha sido! ¡se lo
prometo, señora directora!
-¡No
mientas, asquerosa!- Bramó Kim, que luego volteó el cuello rápidamente para ver
de nuevo a Violetta. Volvió a contener una lágrima, pero aquella vez no era de
alegría, si no de rabia y odio. Mucho odio.- ¡Tú eres incapaz de hacer algo
bueno por alguien, ni siquiera por…
-Cálmese,
señorita Kim. Sé de sobra quien ha sido el culpable aquí, y tratar de excusarse
cuando se conoce lo evidente no hará más que aumentar el grado del castigo
correspondiente.- Dijo ya erguida, mirando a Ámber y a sus dos amiguitas.-
Acompáñenme a mi despacho.
Ignorando
la pluralidad de la orden, Charlotte y Li se quedaron inmóviles mientras la
rubia se marchaba resignada con la directora.
-Ustedes
también. –Recalcó la mujer, quien luego se dirigió a Kim.- Y por favor,
encárguese de llevar a la señorita Violetta a la enfermería. En el armario encontrará
unas cuantas mantas que pueden serle útiles. Cúbrase usted también con una de
ellas.
-Descuide.
Muchísimas gracias.- Dijo la chica de piel oscura. Agarró con cuidado a su
amiga y la llevó a caballito, sintiendo su torso mojado acomodarse sobre su
espalda.
Amiga.
Kim
no tardó mucho en llegar a la enfermería, extraer una gruesa manta color marrón
del armario y usarla para arropar a Violetta, a quien acomodó antes sobre la
camilla. La observó detenidamente, repasando cada detalle de su bello rostro.
-Eres
un ángel, pequeña.- Pronunció con un hilo de voz, extrayendo del bolsillo de su
pantalón el peluche que ella le había regalado. Lo sostuvo entre sus manos un
momento, lo miró con ternura y luego lo volvió a guardar.
Acarició
sus cabellos violetas con mucha suavidad, y al hacerlo, se percató de que le
temblaba la mano al igual que el resto de su cuerpo. No distinguió si era por
el frío o por el hecho de tener a Violetta tan cerca. En cualquier caso, avaluó
la sugerencia de la directora acerca de la manta como una necesidad secundaria.
Su prioridad en aquel momento era otra.
-Despierta,
por favor. Despierta y dime que todo va bien, y que…- Se detuvo un instante.
Deslizó el dedo índice por los labios de ella, aquellos que tanto ansiaba
besar.-…tú me amas al igual que yo a ti.
Sin
embargo, sus párpados no se levantaron. Kim se acercó un poco más a ella, con
los ojos que paulatinamente se humedecían al no obtener respuesta alguna.
-Dime
que puedo ser algo más que tu amiga.- Susurró en un entrecortado sollozo.
Amiga.
Y
esfumando todo temor como una ráfaga de viento en la niebla, Violetta despertó.
Sonrió dulcemente al percatarse de que Kim estuvo haciéndose cargo de ella.
-Lo
siento mucho…Siento haber sido…una molestia...
-No,
pequeña. No quiero que digas eso, ¿vale? Sabes que yo siempre cuido de ti,
porque…- Hizo una breve pausa hasta que, con los ojos brillantes, lo dijo al
fin.- …tú eres toda mi vida.
La
sonrisa de Violetta se ensanchó. Tanto, que trató de levantarse para sentarse
junto a su amiga.
¿Amiga?
-No,
quieta. No te levantes, no hagas esfuerzos.- Le dijo preocupada, volviéndola a
acomodar suavemente sobre la camilla.
-No
llores más…
Kim
quedó helada. ¿Le había oído? ¿Había escuchado todas aquellas palabras sinceras
que le había dedicado? ¿Se había percatado de aquel sollozo que quedó ahogado
en un simple ruido?
-Yo…-Alzó
el brazo manteniéndose estirada, buscando la mano de la joven a la vez que
buscaba esas dos palabras tan hermosas, tan escondidas durante tan largo tiempo.
Pero
de repente, Kim la hizo callar con el dedo índice. Se inclinó lo máximo que
pudo hasta quedar a pocos centímetros de Violetta, quien temblaba emocionada
sin dar crédito a lo que ocurría. Ambas se observaban como si la otra fuera un
tesoro intocable, sintiéndose afortunadas de tenerse al fin de la manera que
deseaban.
-Te
amo…- Susurraron al unísono.
Acto
seguido, se fundieron un beso tan pausado y tierno que fue como si se detuviera
el tiempo. La pequeña permitía con afecto las caricias de quien fue una de sus
mejores amigas y, a su vez, un amor que creyó imposible. Pero se percató de
que, junto a ella, todo dejaría de ser ficticio. Fue en aquel entonces cuando
unas palabras resonaron en la mente de Kim, desde lo más profundo de su alma.
Por fin estás conmigo…mi dulce debilidad.
Por fin estás conmigo…mi dulce debilidad.
Basada en una obra en www.crispitina30.blogspot.com.es.
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